El empowerment es un proceso donde a los empleados se les dota de una mayor autoridad y responsabilidad, para aumentar su compromiso y confianza hacia la empresa. Un empoderamiento verdadero implica una confianza de 360 grados: que todo el personal confíe en los directivos y que los directivos, a su vez, confíen en sus empleados. El empowerment parte de la base de ampliar la toma decisiones del personal y su posibilidad de cometer errores.
Conseguiremos una empresa completamente comprometida con su cometido, con barreras eliminadas y una jerarquía lo menos rígida posible. Conseguir que todo el personal se involucre y aumente su iniciativa. Lo que afectará positivamente a la productividad y rentabilidad.
Ahora bien, no es tan fácil cómo parece y muchas empresas aún muestran prejuicios en dar más autoridad a sus empleados. Si queremos conseguir una confianza mutua, ¿cómo implementamos esta cultura de empowerment en la empresa?
1. Reconocimiento y análisis: El primer paso es analizar la estructura de la empresa. Comprobar que puede adaptarse a este proceso de empowerment. No todas las empresas pueden promover esta cultura de empoderamiento. Las jerarquías más rígidas y tradicionales tienen que tender a una más plana y horizontal.
Analizar la cultura corporativa y los empleados de la empresa. Ver cómo se adaptan, identificar el talento y plantear objetivos a seguir. Se trata de darles más responsabilidad y confianza, dejarles fluir y hacer, así aumentarán su creatividad. Y es que contra más poder se les asigna, con mayor responsabilidad actúan.
2. Qué no cunda el pánico: Analizar los posibles riesgos, establecer una serie de estrategias a seguir. En una cultura de empowerment los directivos se muestran más reticentes al principio, les cuesta depositar su confianza y delegar tareas les resulta peligroso. Pero con unos objetivos claros, el empleado ejercerá su función sabiendo lo que se espera de él.
3. Guía a los empleados: Mantener la calma y guiar a la plantilla. No se trata de estar encima del empleado y mostrarse desconfiados, sino aclarar las dudas que les pueda surgir. Se trata de escuchar a esas personas que, cada día, hacen funcionar la empresa.
4. Autogestión del tiempo: Animar a los empleados a que se gestionen su propia jornada laboral. Instalar sofwares de control horario, que permiten el teletrabajo gracias a la geolocalización. A lo largo de la semana podrán saber las horas que han realizado, los objetivos que han cumplido y establecer sus propios márgenes de entrada y salida. Nunca había sido tan fácil transmitir y supervisar autoridad de una forma tan transparente.
5. Transparencia y Feedback: Más que nunca es importante el feedback entre empleados y directivos. Aunque siempre hay información confidencial, hay que ser lo más transparente y honestos posible. Reuniones mensuales o incluso algún ‘Walking Meeting’, inspirar a los empleados y que todos estén al tanto de cada proyecto. Hacerles saber los cambios, las novedades, que se sientan integrados en la empresa y se fomente el trabajo en equipo.
6. Comunicación: Ya no sólo reuniones, entre empleados y directivos la confianza aumenta implementando las redes sociales en la oficina. Registrar la empresa en alguna plataforma y que los usuarios puedan mantener conversaciones y compartir cada uno de sus avances. Compartir la misma plataforma de comunicación. Deben saber que no son una herramienta de explotación, sino el engranaje clave de la empresa.
7. Cambiar o mantener el ‘empowerment’ de la empresa: Cómo han respondido los empleados, comprobar los resultados de la empresa, la productividad y satisfacción laboral. Incluso comprobar el engagement de los empleados con la empresa, con los directivos y entre los mismos empleados. Y, entonces, mantener la situación tal cual o bien, modificar la autoridad, establecer otros objetivos, etc.