El calor, el saber que queda poco para vacaciones, que tus compañeros van abandonado la oficina, las dificultades para dormir… todos ellos son motivos por los cuales nuestra productividad es más baja en verano. En verano, aunque parezca mentira, nuestros niveles de estrés aumentan, estamos más irritables, más agresivos e inquietos y todo esto nos resta concentración. Es es llamado «efecto verano». Para evitar este fenómeno, que acecha en las empresas, muchos deciden adoptar el horario intensivo.

El horario intensivo consiste en comprimir toda la jornada laboral entre las horas de la mañana y las primeras de la tarde.

La medida pretende evitar el efecto verano, puesto que existen estudios que demuestran que al comprimirse el horario, se produce una mayor concentración de tareas y los empleados gestionan su tiempo con mayor eficacia. Y esto se traduce en un aumento de la productividad por trabajador.

Esta metodología tiene una gran aceptación por parte de los empleados. Ya que disponer de la tarde libre es considerado un privilegio. Los empleados valoran y agradecen ese tiempo extra del que disponen. Puesto que de este modo es posible disfrutar del verano mientras se trabaja.

Cierto es que cualquier cambio en la rutina necesita de un periodos de adaptación, y puede que los primeros días supongan un pequeño lío. Pero la productividad no depende de la cantidad de horas que se le dediquen al trabajo. En el análisis de la productividad se tienen que contemplar muchos factores externos como la motivación, la concentración y la calidad, parámetros que aumentan con la aplicación de este tipo de jornada.

Si estas razones te han convencido, a continuación te presentamos algunos consejos para llevarlo a cabo.

Tres consejos para aprovecharla al máximo

La jornada reducida permite dedicar tiempo extra a otras actividades.

El tiempo que ahorras en la oficina has de aprovecharlo al máximo. Haz planes con la familia, los amigos… Dedícale tiempo al ocio, mejora tus hobbies. Haz lo que creas necesario en tu tiempo libre, para algo es tu tiempo libre… ¡pero hazlo! Porque la jornada intensiva es más dura debido al esfuerzo intelectual que supone. Y por eso hemos de hacer planes que faciliten la desconexión y disminuyan nuestro estrés.

Jerarquizar las prioridades

«Lo importante va primero». Esta es la premisa en la que nos debemos basar en un horario de jornada intensiva. Antes de hacer labores menores como revisar nuestro correo, leer la prensa debemos encargarnos de las tareas que realmente nos necesitan para funcionar. También debemos darle prioridad a las que por algún motivo no quedaron resueltas el día anterior. Porque si las volvemos a obviar acabaran por no finalizarse.

En este caso nos son muy útiles recursos tan simples como las listas. Las listas permiten organizar y visualizar cuales son las tareas más importantes. Ya que en nuestra mente cuando ordenamos las tareas de mayor a menor relevancia pensamos en el trabajo que tienen detrás.

Adaptar la agenda

Cuando se implanta la jornada intensiva debemos adaptar nuestra agenda a las exigencias del horario. Debemos ajustar el tiempo a las tareas que previamente hemos jerarquizado. Programar las actividades junto con una previsión del tiempo es una buena medida para poder prever y organizar nuestro trabajo. La jornada intensiva debe ser estricta. Es decir, cuando se termine la jornada el trabajador debe descansar y desconectar ya que supone mayor esfuerzo no debemos exigir más a nuestros trabajadores.

Existen herramientas que nos permiten medir el tiempo que dedicamos a una tarea. Una de ellas es el software de gestión horaria de Sesame. Este permite computar el tiempo por proyectos, y por tanto, nos permite conocer el tiempo que hemos dedicado a realizar una labor concreta.

Cuestión de organizarse

La jornada intensiva requiere de movimientos de organización y previsión. El periodo estival es complicado, porque dificulta el contacto y la progresión de un proyecto en el que intervienen varias personas. Por ello, si te estas planteando implantarlo en la empresa deberás conocer las realidades de cada departamento. Es un esfuerzo extra para los recursos humanos y equipo de proyectos porque han de establecer una organización común. Pero como todo, con un poco de esfuerzo se pueden obtener grandes beneficios.