A menudo no sabemos cómo organizarnos correctamente en el trabajo, y tenemos tendencia a perder el tiempo o a procastinar por no haber establecido unas pautas previamente. Pero para ello hay solución, y, aunque no para todos son válidas de la misma forma, es básico escoger las que nos funcionen y crear nuestro propio «planning de productividad».
- Empieza por lo más pesado. De este modo, a medida que vaya pasando la jornada de trabajo, irán quedando las tareas menos complicadas y las más llevaderas.
- Puedes dividir tu jornada de trabajo en espacios de tiempo, distribuyéndolo en tareas, pero fijando, claro está, tiempos de descanso. Es algo vital para cambiar de una tarea a otra.
- Por una vez el egoísmo está justificado. Antes de ayudar a alguien, es mejor terminar lo que se está haciendo. De este modo no se pierde la concentración.
- Fija una fecha límite cuando le pidas algo a alguien, para asegurarte de que lo tendrás cuando lo necesites. Hazlo también cuando sean los demás quiénes te piden algo a ti.
- Empieza organizándote la semana. Un planning te hará ver mucho mejor los retos y los objetivos de la semana e ir tachándolos (o haciendo checks) te hará sentirte mucho mejor. Pruébalo, es adictivo.
- Apuesta por una comunicación clara.
- Hay que saber cuándo no te puedes encargar de todo y delegar en otras personas algunas tareas.
- En tu tiempo libre procura hacer ejercicio. Es vital para recargar la energía que agotamos trabajando.
- Olvídate del multitasking. Hacer varios trabajos a la vez al final es similar a no estar haciendo ninguno. Distribuye tu tiempo en tareas y deja de procastinar.
- Elige algún momento para relajarte, eliminar tensiones y volver con las pilas cargadas al trabajo.