Estás tumbado en la arena, relajado, escuchando música y de repente te ves interrumpido por el ensordecedor tono de un mensaje de Whatsapp. El trabajo. ¿Respondo o no respondo?

Esta es una de las preguntas que algunos empleados se hacen durante sus vacaciones o incluso al terminar la jornada. ¿A qué tenemos derecho? ¿Estamos obligados a responder?

Regulación de la desconexión laboral

Además de existir una directiva europea que lo ampara, desde el 17 de julio de 1997, la Audiencia Nacional determinó la ilegalidad de que una empresa haga que sus empleados estén conectados al móvil de forma obligatoria:

Con ello se sobrepasan las facultades normales y regulares de la empresa en los términos del artículo 20 del Estatuto de los Trabajadores. Audiencia Nacional. El País.

Francia ha sido pionera en establecer una ley de desconexión a nivel estatal. Las empresas de más de 50 empleados deben negociar en qué horarios fuera del trabajo no pueden ser molestados. En España, aunque hay expectativas con el nuevo cambio de gobierno, de momento las políticas de desconexión se regulan mediante los convenios colectivos. Axa fue la pionera, a la que posteriormente se le sumaron otras empresas como Ikea o Banco Santander.

La frontera entre el trabajo y la vida personal se ha difuminado debido a los avances de la tecnología. La permanente conexión y disponibilidad favorece que hayan aumentado este tipo de prácticas. Total, ¿sólo es un responder a un whatsapp, no?

Aumenta la capacidad del desconexión laboral

Pero ahora viene la pregunta del millón. Aunque nuestra empresa lo permita, ¿nosotros somos capaces de desconectar?

Parece ser que vamos mejorando ya que según un estudio de Randstand, tres de cuatro trabajadores afirman que son capaces de desconectar durante las vacacionesFrente a un 77,8% de trabajadores que lo consiguen, hay un 22,2% que no. Las razones más atribuidas de mayor a menor importancia son:

  • Dificultad de desvincularse de los temas laborales.
  • La comunicación es comenzada por la propia compañía.
  • No tener un sustituto para sus funciones.

Debemos ser capaces de distinguir nuestros periodos de ocio de los de trabajo. Si no lo conseguimos, puede afectar sin duda a nuestra salud. Genera estrés y además puede llegar a producirse incluso el famoso síndrome burnout.

Para no quemarse no sólo hay que ponerse crema, ¡hay que dejar el móvil!