Sus principales síntomas son cansancio emocional, apatía y baja realización personal. Afecta a individuos que trabajan en contacto con clientes: el burnout es el conocido como síndrome del «trabajador quemado».
¿Cómo detectarlo? Se trata de estrés laboral, pero con mayor intensidad.
- Progresivo agotamiento tanto físico como mental, unido a una ausencia de motivación.
- Produce grandes cambios en el comportamiento del afectado.
- Pasa a tener «malos modales» o un trato desagradable con el resto de individuos con los que interactúa (tanto clientes, como compañeros de trabajo, familiares…).
- El afectado sufre muchos cambios en el estado de ánimo, se suele encontrar irritable y de mal humor, generando discusiones sin sentido en muchas ocasiones, ya que es habitual encontrarles a la defensiva. Siente indiferencia hacia el resto de personas.
- Constante desmotivación por su trabajo. Pierde toda la ilusión por trabajar y por ello, la jornada se le hace interminable.
- Sufre de agotamiento mental y va perdiendo la resistencia al estrés.
- Pérdidas de memoria, falta de concentración y dificultad para centrarse en aprender nuevas tareas o habilidades.
Pero la dolencia no permanece a nivel psicológico, sino que tiene repercusiones a nivel físico también:
- Afecciones en el sistema locomotor, tales como dolores musculares y articulares debidos a la tensión acumulada.
- Problemas gastrointestinales, cardiovasculares, afecciones en la piel, mareos, vértigos, migrañas, alteraciones en el peso y en el apetito sexual.
Las consecuencias son inevitables:
- Los afectados tienen un mayor riesgo de sufrir alcoholismo o adicción a las drogas.
- Alteraciones del sueño, sobre todo insomnio.
- Bajada de las defensas, lo que atrae una mayor posibilidad de padecer infecciones.
- Pero no permanece en la persona que lo sufre, sino que afecta de forma indirecta al resto de empleados, a la familia, a los amigos e incluso puede llegar a producir pérdidas económicas a la empresa.