Últimamente se habla mucho de la ética de las organizaciones como la panacea de solucionar nuestros problemas de corrupción. Las políticas de Compliance de las multinacionales, los códigos éticos de las empresas y los códigos deontológicos de los profesionales son instrumentos necesarios para recordar y anclar las éticas económicas de la sociedad. Pero todas las empresas y profesiones las componen personas y si no tenemos acciones y gestionamos los compromisos éticos personales no vamos a desplegar una verdadera cultura de la ética en las organizaciones. Toda cultura se compone de comportamientos humanos que conlleva microdecisiones éticas ¡que es donde nos jugamos la batalla de la ética! Habitualmente achacamos a la Educación y a la Sociedad como las raíces del problema, pero yo creo que es muy fácil “echarle el muerto” a estos conceptos tan abstractos. Creo más en la conducta ética de cada persona en cada momento donde está la clave de la ética. Todos sabemos cuándo una decisión es buena o es mala, ¿pero supone un reto personal ético para ti? Decía un proverbio chino “Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino”, la seguridad de saber cuál es la decisión más ética no impide que se tome la decisión menos ética. Más allá de la religión y la justicia como marcos de referencia éticos y de la educación y la comparación social como ecosistemas favorecedores de la ética, tenemos que pensar que donde nos jugamos la ética es en nuestras decisiones personales. Poner el foco en la persona es el mayor reto de la ética. No se trata de crear mayores sistemas sancionadores, enmascarar las decisiones en políticas empresariales, o elaborar esquemas ideológicos de la ética, lo importante es ubicar en cada persona su reto ético.
El reto personal ético implica que ser bueno es un decisión personal fundamentalmente. Claramente influida por la sociedad, la religión, tu historia de aprendizaje y tu empresa pero al final depende de ti. Esto es una gran noticia y una mala justificación, buena porque está en la libertad de tomar nuestra decisiones éticas pero no podemos justificarla por nuestra religión, sociedad y empresa. Y plantearse las decisiones éticas como reto profesional está en la base que las empresas puedan tener verdaderas actuación ética. Hay dos visiones frente a una decisión, apelar al miedo a la sanción, al precepto religioso, a las normas de la compañía o simplemente pensar en tu reto personal ético.
No se trata de crear mayores sistemas sancionadores, enmascarar las decisiones en políticas empresariales, o elaborar esquemas ideológicos de la ética, lo importante es ubicar en cada persona su reto ético.
No es utópico pensar que son las personas las que configuran la ética de las empresas, aunque si es complejo por la cantidad de confort que da un código, una religión o una ley. Los elementos religiosos, sociales y empresariales son necesarios pero la verdadera revolución es la transparencia, el respeto y la honradez que tienen las personas. Más en este momento de redes sociales donde la persona es el elemento que emite los juicios y las valoraciones y necesita que haya pocos “Mili Vanili Profesionales”, que era un dúo de fama mundial hasta que en 1990 se descubrió que sus integrantes no eran los verdaderos cantantes del grupo. ¡Aquí hay mucho Mili Vanili profesionales en la red!.
¿Cómo incrementar el reto personal ético?
Desde la psicología se nos ofrecen los tres ámbitos en los que trabajar el incremento ético:
- Ética personal: reflexionar libremente cada persona en cada decisión
- El reconocimiento social de lo ético
- El comportamiento directivo
Más que mil códigos deontológicos empresariales hace falta un comportamiento ejemplar de un jefe, una exaltación de un buen comportamiento ético en la empresa y lo más difícil, el auto-reforzamiento personal de la bondad en cada decisión diaria. Decía Plauto “El que no piensa en sus deberes sino cuando se les recuerdan, no es digno de estimación”.
El comportamiento directivo es el ejemplo de código ético empresarial. No digas lo que hay que hacer, hazlo tú. El ejemplo es la herramienta fundamental de aprendizaje de las actitudes y del comportamiento, así lo demuestra la psicología evolutiva y lo expresó Seneca cuando dijo “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías, breve y eficaz por medio de ejemplos”. Ahora no es suficiente, ya que el ejemplo debe tener el circuito de aprendizaje ético que tiene 3 capas: Ejemplo con honestidad y humildad.
El comportamiento directivo es el ejemplo de un código ético empresarial. No digas lo que hay que hacer, hazlo tú.
Cualquier directivo es un ejemplo potente si asume una actitud honesta (el error es una oportunidad para ser ejemplo) y unos valores de humildad (nadie da lecciones de ética). Dar ejemplo pero sin presumir de lo bien que lo hace y dispuesto a aceptar que en el complejo campo de las decisiones éticas me puedo equivocar.
Por eso es básica la formación directiva en comportamiento ético. Donde más que hablar de ética se proponer situaciones diarias de dilemas éticos y se analiza como es el proceso de la decisión ética. No hay grandes dilemas éticos en el día a día de la empresa pero en todas las decisiones directivas hay una gran oportunidad de transmitir un ejemplo ético.
Después de trabajar el comportamiento directivo, la psicología del trabajo nos avala la potencia del reconocimiento empresarial de las decisiones éticas. La importancia del grupo de referencia del trabajo (formal e informal) como ecosistema para asentar tus juicios éticos. Todas las empresas tienen sistema de evaluación formal del rendimiento y/o potencial, en unas más sofisticados y en otras más “parque jurásico”. Pero en todas lo hay, aunque lo niegue ya que evaluar al compañero, al colaborador y el trabajo está en nuestra gestión como empresa. Es mejor un sistema formal que el informal, pero no lo sustituye sino se crean dos procesos a veces paralelos y confluyentes en algún momento. Es aquí, donde está el futuro de la formación en ética que es la creación de sistemas formales de reconocimiento de las decisiones éticas de las personas. Valorar al empleado por sus resultados, por sus competencias, y… por sus comportamientos éticos. En el área de la psicología y la economía llamada Economía Conductual se habla de la Paradoja de Easterlin donde dice que la renta sólo proporciona bienestar hasta cierto punto. Es decir, que hay un punto de saciedad en la felicidad que reporta el dinero, cuando se cubre con este las necesidades básicas. Entonces, se necesita de la realización individual. Y evidentemente para este psicólogo-economista dice que a partir de este momento se concentran los esfuerzos en desarrollar la convivencia en armonía, donde la ética es necesaria. Por tanto, esta paradoja nos lleva a pensar que las decisiones éticas dependen de la satisfacción de las necesidades humanas personales pero también de la convivencia humana. No olvidemos que el reconocimiento social es la principal vía de convertir una decisión egoísta en una decisión de respeto social.
Y tras formar a los directivos y formalizar un plan de reconocimiento interno tenemos que trabajar nuestros retos éticos personales. Y otra vez la psicología nos plantea cuatro ámbitos nuestros retos personales, desprovisto de otros marcos de referencia ideológicos y/o religiosos y que son:
- El respeto. Para apreciar la dignidad y el valor de todas las personas. Respetar lo que dicen los demás, como lo dicen y cuando lo dicen es tu principal reto personal ético. Desde el respeto se pueden establecer formas diferentes de actuar pero es la base de mi intención ética en cualquier decisión. Las personas son un fin nunca un medio o un recurso. Las personas son un fin nunca un medio o un recurso.
- Ser competente. A veces se piensa que ser competente es ser productivo y no se cae en su vertiente ética. Trabajar según las competencias de cada uno y velando por el trabajo bien hecho es una decisión ética. El buen profesional es el que lo hace bien, y lo que tiene que hacer independientemente a la transacción económica y que vela por lo que tiene que hacer más que lo que le interesa hacer. Dice Daniel Kahneman, el psicólogo más famoso de economía conductual que hay dos formas en las que el individuo interpreta la realidad, una inmediata o hedonista que a partir de un umbral no experimenta mayor nivel de bienestar (por ejemplo, trabajar para recibir dinero o para satisfacer al jefe), y otra forma ligada al desarrollo completo de su vida o su explicación ontológica diría Unamuno (por ejemplo hacer bien lo que es tu profesión) y que da un enorme nivel de satisfacción profesional. Ser competente es una gran decisión ética y la verdadera ética de las profesiones.
- La responsabilidad. Asumir que además de respetar a cualquier persona y ser un buen profesional deberíamos asumir nuestra dosis de responsabilidad empresarial. Cada persona tiene un sitio en la responsabilidad de la empresa. No se puede ser ético si críticas a tu empresa frente a un cliente, al público o a la sociedad. Ser responsable, que tanto le cuesta al trabajador en España, implica asumir que todos tenemos responsabilidad en la empresa y somos dueño de hacer de tus pequeñas decisiones ejerciendo tu responsabilidad. Yo siempre me admiraré el empoderamiento que tenían los cabos en la mili, parecía que el ejercito dependía de él ¿Por qué ser responsable no es una gran decisión ética!.
- La integridad. Nadie puede ser ético si no es preciso, sincero y justo con los demás. La mezcla de responsabilidad con la integridad es fenéticamente ética. Ser integro cuando tienes capacidad de decisión es básico para profundizar en el valor ético como profesional. De aquí que el nivel directivo debe crecer en una doble vía de la responsabilidad e de la integridad.
Estos cuatro retos personales éticos son lo que genera la ética diaria en las negociaciones y es donde tienes que poner foco para hacer una verdadera política de empresa entorno a la ética. Menos declaraciones grandilocuentes de códigos éticos y más formación a los directivos, planes de reconocimientos social de las buenas decisiones y apoyo a los cuatro retos personales éticos. Y volviendo a Seneca (gurú de la ética) cuando nos decía “El favor consiste no en lo que se hace o se da, sino en el ánimo que se da o se hace”.
4 retos personales que potencian la ética profesional en función de su ámbito
ÁMBITOS DE ACTUACIÓN | RETOS PERSONALES ÉTICOS | ||
FORMACIÓN en el COMPORTAMIENTO DIRECTIVO | PLAN de RECONOCIMIENTO de CONDUCTAS ÉTICAS | FORMACIÓN en ÉTICA PERONAL |
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(Ejemplo) | (Valoración Social) | (Conducta) |
Las conductas éticas necesitan superar su visión ideologizada y ser analizada con ojos de psicólogo científico del trabajo. Como se dice en el mundo de la igualdad de género hay que evitar tener Mirada con Warnings a las conductas éticas, es decir, dejar de tener esa mirada de “Seguro-que-me-vas-a-hacer-sufrir” y encarar las conductas éticas desde la mentalidad diaria y de la necesidad del entrenamiento ético como cualquier otro comportamiento humano.
En fin, Oscar Wilde decía “La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente un nombre que damos a nuestros errores”. El aprendizaje ético necesita de los errores en personas ajenas (ejemplos y contraejemplos), en valores ajenos (reconocimiento de los otros) y en experiencias personales (error propio). Es importante pensar en conductas éticas de las personas y no en códigos, normas y juicios sobre las personas. Hace tiempo que mantengo una tesis sobre la conducta ética que me ha posibilitado muchos disgustos. La describo como que no hay personas buenas y/o malas sino pensar que habitualmente hacen conductas buenas, pero que es posible cambiar con un entrenamiento adecuado. Entrenarse éticamente es tan importante como el entrenamiento físico y/o psíquico. ¡Cuando empieza tu gimnasio ético! Yo me entreno todos los días…por eso hago boxeo en casa y ya salgo pegado por la mañana.
Fco. Javier Cantera Herrero Presidente Grupo BLC y Fundación Personas y Empresas
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